NADAL GANA WIMBLEDON
La historia está hecha para que algunos hombres la cambien. Manolo Santana fue pionero en 1966 y Rafa Nadal ejerció de sucesor 42 años después en el All England Club, la catedral del tenis. Hasta hoy allí reinaba un suizo llamado Roger Federer que parecía invencible, un extraterrestre con raqueta. Lo siguió siendo hasta la última bola de una final memorable, que duró casi cinco horas y que se vio retrasada e interrumpida dos veces por la lluvia. Jugaban dos campeones pero sólo podía ganar uno antes de que anocheciese en la final más larga de todo el torneo. 6-4,6-4, 6-7, 6-7 y 9-7 para Míster Nadal, el nuevo rey de Wimbledon.
El guión de la final que se había preparado Federer saltó por los aires en el tercer juego. Nadal logró el break y, desde ese momento, confirmó que no estaba dispuesto a perder por tercera vez una final de Wimbledon. El español comenzó a mover al pentacampeón suizo, que se sentía protegido con su volea perfecta en la red pero resultaba vulnerable con el revés. Las decisiones que tomaba el suizo en la pista no eran tan correctas como siempre, ni siquiera cuando pedía el ojo de halcón. No parecía el día de Federer, que dejó pasar casi todas las oportunidades que tuvo para romper el servicio de su rival y eso le costó la final. La primera nada más perder el suyo, y la siguiente en el juego clave de la primera manga con 5-4 en el marcador. El suizo dejó pasar dos bolas de break y acabó perdiendo el primer set, algo que nunca le había sucedido ante Nadal en una final de Wimbledon.
El contratiempo pareció reactivar a Federer, que empezó a sacar mejor y a ganar su servicio con facilidad. Incluso se quitó la espina del primer set con un break (el único del partido) en el arranque del segundo set que hacía vislumbrar un empate antes del inicio del tercero. Sin embargo, con 4-2 en el marcador, apareció el gran Nadal para darle la vuelta al partido y poner el trofeo más cerca de su silla. Dos breaks para el balear y mismo escenario que en el primer set, con Federer desaprovechando de nuevo la oportunidad de salvar el set.
Federer resucita con la lluvia
Al suizo le quedaba por delante escalar el Everest si quería ser campeón por sexto año consecutivo. Necesitaba su mejor tenis y una sobredosis de moral para lograrlo ante un Nadal que parecía intocable. Otras cuatro bolas de break salvadas con 2-1 y 3-2 desquiciaron a Federer, que estuvo a punto de hundirse definitivamente en el séptimo juego del tercer set. Pero Federer es mucho Federer y tiró de orgullo para levantar tres bolas de break que le condenaban a la derrota con 3-3 en el marcardor.
Superado el mal trago se colocó con 5-4 a su favor antes de que la lluvia, siempre invitada de honor en el All England Club y que ya había retrasado el comienzo del partido, interrumpiese de nuevo la final durante una hora eterna. Nadal tenía el título a su alcance pero la ceremonia de sucesión debía esperar porque delante estaba Federer, que si ha ganado cinco veces Wimbledon será por algo.
Con la final perdida se recuperó y se apuntó el tercer y el cuarto set en dos dramáticos tie-breaks que prolongaron el desenlace de uno de los grandes partidos de la historia del tenis hasta la eternidad.
Quinto set dramático
Lo que se vivió en el último set de la final fue sencillamente increíble. Con 2-2 en el marcador vuelve la lluvia y otra vez jugadores a vestuarios, con el riesgo de que el partido no pudiese concluir este domingo por falta de luz. Finalmente, el tiempo fue benévolo y respetó el desenlace de una jornada histórica para el tenis.
Federer y Nadal no hicieron concesiones y ganaron sus servicios religiosamente, con más dificultades para Federer que para Nadal. Como no había tie-break hubo que llegar hasta el decimosexto juego para conocer al campeón. Un break con 7-7 en el marcador puso al tenista español a las puertas de la gloria en la hierba de Londres.
Puntos dramáticos, deuce, punto de partido para Nadal, Federer que agota su última vida, ventaja para el español y último peloteo que acaba con un golpe de Federer en la red y con Nadal tirado en el suelo. La guerra de sucesión en Wimbledon había terminado.
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